Mujeres, occidentales, convertidas al Islam y feministas
Entrevista a Natalia Andújar y M. Laure Rodríguez
Red de Mujeres Musulmanas en España, octubre de 2010. En el centro, M. Laure Rodríguez y Natalia Andújar.
Mi nombre es Lourdes Goy Vendrell, nací en Vilobí d’Onyar un pequeño pueblo de la provincia de Girona hace no pocos años (48). Actualmente vivo y trabajo en Girona, en la Biblioteca Montilivi. Estoy haciendo este trabajo para terminar el Grado en Humanidades por la Universitat Oberta de Catalunya.
Mi interés por el mundo árabe en general y la mujer en particular, comenzó mientras cursaba la asignatura de Antropología Social. Se nos pidió un comentario acerca de la integración de “nuevas” culturas en nuestra sociedad.
Supongo que el aumento en aquellos momentos de inmigración , el resurgir de la xenofobia en Europa y las polémicas que originaba lo que yo veía como un simple velo, pero que al que se nombraba despectivamente como si fuera algo muy peligroso, despertó mi curiosidad al principio e interés más tarde. Leí un poco, muy poco y vi que había mucho más detrás de él.
Más tarde, noticias como estas: “Un institut de Madrid aparta de classe una jove que anava amb el vel islàmic”, “El 'hijab' i el pírcing”, “Cinc alumnes més del col•legi de Pozuelo de Alarcón van a classe amb el hijab posat. El consell escolar manté la prohibició de dur el mocador al centre”, “El de la chica del ‘hiyab’ de Pozuelo es otro caso de tremendismo al abordar los asuntos islámicos. Entretanto, España tiene pendiente una tarea crucial: la completa separación del Estado y la Iglesia católica” , y el descubrimiento de que existía el feminismo islámico, hicieron que definitivamente cuando llegó la hora de decidir el tema de mi trabajo, lo tuviera clarísimo.
Entre los objetivos del trabajo está el saber qué papel tienen las mujeres, árabes en general y musulmanas en particular, en los cambios que se están produciendo en el mundo árabe y qué uso hacen de las redes sociales para ello.
Saber qué imagen tenemos en occidente, en Europa concretamente del feminismo islamista. La relevancia del trabajo consiste en poner de manifiesto que hay un feminismo no occidental que ha contribuido a la creación de un nuevo marco político y social en las sociedades árabes.
De ahí mi especial interés en entrevistar a mujeres que a ojos de Occidente cumplen unos requisitos impensables para mucha gente: mujeres, occidentales, convertidas al Islam y feministas. Así me puse en contacto a través de Facebook con Laure Rodríguez y Natalia Andújar.
Lourdes Goy: ¿Cómo definiríais la “primavera árabe”, como una revolución política, social, económica, religiosa?
Natalia Andújar: No la definiría como una revolución sino como unas revueltas populares que han desembocado en el derrocamiento de unos dictadores aliados de los países occidentales en su mayoría. El componente religioso no es lo que movió a la sociedad civil a reclamar mayores cuotas de democracia, trabajo y que se acabara con la corrupción. Todavía está por ver qué modelo económico, político y social van a seguir los países árabes. La población musulmana no desea calcar el modelo capitalista occidental, pero mucho me temo que los partidos islamistas no se diferencian demasiado de los partidos democristianos: son conservadores en el campo religioso y liberales (capitalistas) en el económico. Por lo que en realidad no estamos asistiendo a ninguna “revolución”.
M. Laure Rodríguez: Lo que se está viviendo a escala mundial, es un momento de catarsis colectiva como forma de proclamar una indignación y una disconformidad. Es una reacción universal al fascismo, al totalitarismo, contra esos sistemas agresivos a nivel económico, político y social que nos han privado de nuestros derechos más fundamentales.
De la indignación individual se ha pasado a una reacción comunitaria para lograr los tres puntos que Abu Alqasim Al Shabi, poeta tunecino, ya comentaba hace un siglo: liberación; libertad; y modernidad. Por un lado, existe un fuerte sentimiento de liberación, no sólo del imperialismo occidental, sino también de los propios sistemas oligárquicos y dictatoriales en los que se viene viviendo desde hace siglos. Cada vez con más fuerza se realza la necesidad de una liberación de tipo espiritual, rompiendo con un sistema clerical deforme y contrario a la cosmología islámica. Las sociedades musulmanes actuales están ahogadas bajo unos sistemas de represión que subyuga los derechos más fundamentales de su población, independientemente del sexo, la tendencia política o religiosa.
L. G.: ¿Qué importancia han tenido las redes sociales en el éxito de las revoluciones?
N. A.: He leído opiniones contrastadas al respecto. Desde Occidente se ha ensalzado quizás en exceso el éxito de las revueltas a través de internet. Es evidente que los internautas en los países árabes son jóvenes, en su mayoría de clase burguesa, universitarios; es decir, solo una parte de la sociedad civil.
M. L. R.: El ciberespacio está permitiendo a mujeres y hombres repensar el tipo de sociedad que verdaderamente quieren. La expansión de las nuevas tecnologías no ha vivido la imposición de fronteras, por eso las personas musulmanas han adoptado también la incursión por el ciberespacio de una manera natural.
L. G.: ¿Creéis que la mujer se ha implicado en estos conflictos?
N. A.: Sí, se han movilizado y han luchado contra unas formas de gobierno injustas. Pero no es algo nuevo entre las musulmanas.
M. L. R.: Las mujeres en todas las culturas y en toda la historia han formado parte activa de las revoluciones (más que decir en sí conflictos), el problema es que no se ha visibilizado. La historia se ha basado históricamente en un antropocentrismo, y por lo tanto se ha negado la existencia de la participación femenina, como si eso pudiese borrar su participación.
L. G.: ¿De qué manera? ¿Han utilizado las redes sociales?
N. A.: Manifestándose, visibilizando sus luchas, reclamando mayor participación, exigiendo que se las incluyera en las comisiones encargadas de redactar las nuevas constituciones y en las listas de sus partidos políticos. Otra cosa es que los hombres hayan tenido en cuenta sus reivindicaciones más allá del oportunismo político.
Sobre todo han sido las más jóvenes quienes han utilizado las redes sociales, aunque no todas las mujeres tienen acceso a internet.
M. L. R.: Las redes sociales, no solo en el ciberespacio, sino grupos de apoyo han venido funcionando de tiempo atrás. Uno de los aspectos que más parece haber asombrado en las actuales revoluciones árabes, es la participación de las mujeres en primeras línea de “fuego”, algo que evidentemente no es nuevo. Ya incluso en los primeros tiempos del Islam, hace catorce siglos, queda registrada la participación activa de la mujer en el espacio público en la defensa de sus derechos y el del resto de la ciudadanía.
Son las mujeres quienes, desde hace casi dos décadas han empezado a navegar por internet ocupando un espacio aparentemente dominado, en principio, por el género masculino.
L. G.: ¿Por qué el Islam y no otra religión?
N. A.: Desde pequeña he tenido una fuerte inquietud espiritual, pero crecí en un ambiente agnóstico por lo que mi desconocimiento de la religión católica era total. En casa no hablábamos de religión, era un tema que no “existía”. Quedaban ciertos automatismos aunque muy marginales. Recuerdo una anécdota que me contó mi abuela. Cuando ella era pequeña, iba con otros niños al puerto de Almería a cantar La Internacional para recibir a los barcos rusos que les traían comida. Me lo explicaba riendo, con el puño arriba, pero nunca se olvidaba de hacer la señal de la cruz antes de cortar el pan.
Nunca me gustaron las jerarquías, ni ciertas ñoñerías y, sobre todo, que hablaran en nombre de Dios. Lo que despertó mi curiosidad por el Islam fue un viaje a Senegal en 1993. Descubrí en el Corán un mensaje liberador y justo, en consonancia con todos los mensajes sagrados anteriores.
M. L. R.: La base fundamental del Islam se basa en la búsqueda de la justicia, justicia social y justicia de género. Por un lado, existe un fuerte sentimiento de liberación, no sólo del imperialismo occidental, sino también de los propios sistemas oligárquicos y dictatoriales en los que se viene viviendo desde hace siglos. Cada vez con más fuerza se realza la necesidad de una liberación de tipo espiritual, rompiendo con un sistema clerical deforme y contrario a la cosmología islámica. Las sociedades musulmanes actuales están ahogadas bajo unos sistemas de represión que subyuga los derechos más fundamentales de su población, independientemente del sexo, la tendencia política o religiosa.
Hay una extrema necesidad de alcanzar la libertad, como seres humanos, como ciudadanía, como comunidad, como sociedad en definitiva. La imposición hegemónica de determinadas corrientes ha privado del cumplimiento de los derechos humanos más básicos y elementales. De la cosmología islámica, en su lectura política del Coran extraigo una idea fundamental: El Estado debe estar al servicio del pueblo, y no el pueblo al servicio del pueblo, tal y como ocurre en la actualidad. Es preciso romper con esta idea.
Por último, se encuentra la necesidad de alcanzar la modernidad (a la que hacía alusión Abu Alqasim Al Shabi), o siendo más justos, yo hablaría de democracia. No puedo negar que el concepto de modernidad responde a un reemplazo del pasado por proyectos actuales, y por lo tanto, lo que se vive hoy en día en los contextos islámicos, se basan en criterios caracterizadores de los últimos siglos, en absoluto a las bases ideológicas del propio Islam.
Por eso, me decanto más en hablar de democracia. Una democracia participativa que lucha por alcanzar la justicia social y cuya premisa se centre en la igualdad social y la igualdad de género.
L. G.: ¿Cuáles son los principales objetivos del feminismo islámico?
N. A.: La igualdad de género dentro de un marco islámico. Desligar la noción de feminismo del imperialismo, hacer que el feminismo sea inclusivo, deconstruir el patriarcado, incluir las experiencias de las musulmanas, combatir la islamofobia, recuperar una dimensión espiritual dentro del feminismo.
M. L. R.: El feminismo islámico, es un movimiento basado en el Corán que busca alcanzar la igualdad de derechos entre mujeres y hombres en el marco del Islam. Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz decía que para ser feminista no es preciso dejar de ser musulmana. En definitiva, lo que busca es poner en práctica unos derechos que son legítimamente reconocidos por Allah y que han sido usurpados en beneficio de una interpretación patriarcal.
L. G.: ¿Han sido las feministas musulmanas y/o islamistas uno de los motores de la “primavera árabe”?
N. A.: No necesariamente. Uno de los motores de la “primavera árabe” han sido las mujeres en general, se han unido mujeres feministas y conservadoras por un proyecto común: sacar a sus países de la miseria, la corrupción y el clientelismo. La concesión del Nobel de la paz a Tawakkul Karman significa un reconocimiento internacional a la labor que han desempeñado.
M. L. R.: Una de las fuerzas base de estas revoluciones árabes han venido de mano de las personas jóvenes. Con un objetivo común, el de democratizar sus sociedades, personas de diferentes sensibilidades, ideologías y creencias se han unido fraternalmente para derrocar a los sistemas corruptos, dictatoriales y hegemónicos. Las personas (mujeres y hombres) feministas islámicas son uno de los motores, aunque no el único. También ha habido personas ateas, agnósticas, cristianas, judías, etc. que han participado activamente para el cambio.
L. G.: ¿Creéis que el feminismo árabe y/o musulmán tiene en la actualidad la relevancia que tuvo el feminismo en España hace unos años?
N. A.: El feminismo árabe, de corte laico, no se ha reciclado, se ha quedado anclado en una visión trasnochada, elitista y dogmática del feminismo, poco acorde con las nuevas sensibilidades y la diversidad de experiencias. En cuanto al feminismo islámico (prefiero llamarlo así, y no “musulmán”) todavía es minoritario, pero está tejiendo alianzas importantes en el terreno que superan las posibles barreras ideológicas.
M. L. R.: No es lo mismo el feminismo árabe, que el feminismo musulmán que el feminismo islámico. El primero responde a una cuestión eminentemente cultural/étnica pudiendo existir feministas árabes educadas bajo la religión judía, cristiana, musulmana, ateísmo, etc.. En este caso, el feminismo árabe acusa al Islam como el causante de la discriminación de la mujer y por lo tanto, ha de ser abolido.
El feminismo musulmán por su parte, se reconoce culturalmente musulmán como forma específica, aunque sigue considerando al Islam como el causante de la discriminación.
Por su parte, el feminismo islámico reconoce la posibilidad de conjugar feminismo e islam en un mismo espacio y en consecuencia es en las bases del Corán donde puede encontrar las bases para su liberación.
Las teorías feministas en el mundo árabe llevan prácticamente el mismo tiempo de existencia que en contexto europeo, ya que los procesos de colonización también conllevaron una relación mutua en la franja Euro-Mediterránea, el problema es que no se ha visibilizado. Por poner un ejemplo, a principios del siglo XX ya se podían encontrar textos feministas en Egipto.
L. G.: ¿Por qué pensáis que en los medios de comunicación, sobre todo los mediáticos, no se habla del feminismo islamista?
N. A.: El feminismo islamista y el feminismo islámico no tienen nada que ver. De hecho yo no creo que sea posible hablar de un feminismo “islamista”, si por islamista entendemos un movimiento del Islam político que relega a las mujeres a un papel secundario, a un rol tradicional simplemente por su condición sexual.
En todo caso, la invisibilización de las musulmanas feministas tiene que ver con la construcción de una imagen monolítica del Islam, artificial y sesgada que refuerza el patriarcado. De esta manera los medios de comunicación acaban validando las visiones machistas y retrógradas, presentándolas como ortodoxas y ninguneando el trabajo que desempeñan muchas mujeres y hombres en pos de la democracia, los derechos humanos y la igualdad de género dentro del Islam.
M. L. R.: Porque no interesa. Hoy en día los medios de (des)información están dirigidas por grandes empresas que buscan ante todo el beneficio económico. En una sociedad de cambio emergente, en el que se han producido grandes cambios en cuanto a la relación con los medios es más difícil sobrevivir ante tanta oferta mediática (lo que históricamente se había centrado en la prensa escrita, hoy en dia pasa por un amplio abanico de televisión por cable, satélite, cibernética, periódicos digitales, redes sociales blogs, etc.).
Hay una necesidad de abrirse paso en un mercado cada vez más copado, para ello se busca un cierto sensacionalismo que es el que produce mayores ventas (estadísticamente hablando). “Si un perro muerde a un hombre, no es noticia, pero si un hombre muerde a un perro eso sí es noticia”, y es así como de la excepción se hace la norma.
No se le daba visibilidad al feminismo islámico porque no interesa, porque no vende, porque la victimización de las “pobres mujeres musulmanas” viene a corroborar un estereotipo ya construido previamente y por lo tanto, genera un sensacionalismo fácil de aceptar.
L. G.: ¿Qué carencias y virtudes podéis destacar en la actitud de la mujer musulmana?
N. A.: No existe un ente abstracto llamado “mujer musulmana” sino que existen musulmanas con actitudes positivas y negativas, al igual que pueden tener las mujeres y hombres de otras confesiones y también entre los ateos. No creo que las carencias y virtudes que pueda tener alguien tengan que ver con su religión. Siempre huyo de las respuestas esencialistas. Tienen que ver con su personalidad, su educación, sus potencialidades, etc. Hay mujeres que se consideran culturalmente musulmanas pero no creyentes, hay creyentes y ateas ultraconservadoras, creyentes y ateas anticapitalistas, creyentes y ateas feministas. En definitiva, hay una gran diversidad de experiencias y actitudes.
M. L. R.: Difícil de exponer... ¿De qué mujer musulmana hablamos? ¿De la mujer española que tiene una calidad de vida media? ¿De la mujer inmigrada que viene reagrupada y que legalmente no se le permite trabajar? Es complicadísimo responder a esta pregunta, aproximadamente existen 700 millones de mujeres musulmanas repartidas por todo el mundo, con realidades, sensibilidades y en consecuencia con actitudes muy diversas.
L. G.: ¿Cómo creéis que ve el mundo occidental en general a la mujer musulmana?
N. A.: De nuevo, la manera de plantear la pregunta me parece inadecuada. Parece que haya dos entes: un mundo occidental que observa a la mujer musulmana, como si ésta fuera única, como si ésta no pudiera ser a su vez occidental, como si hubiera un mundo occidental monolítico que tuviera una mirada unívoca. Dos entes abstractos, esencializados. Deberíamos hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué opinan los no musulmanes de las musulmanas? ¿En qué se apoyan para pensar eso? ¿Qué papel juegan los medios de comunicación en esa imagen? Las respuestas deberían apoyarse a su vez en macro encuestas y estudios de campo. Lo demás, no son más que conjeturas y subjetividades (tampoco las macro encuestas se salvan del todo de esto último).
M. L. R.: Hay una visión deformada, sesgada y reduccionista. Un porcentaje importantísimo de mujeres musulmanas son también occidentales, sin embargo, no se aprecia esa realidad. Hay una ligazón continua del Islam como ajeno a Europa, y eso forma parte de un proceso de la identidad europeo excluyente y agresivo.
L. G.: Algo relevante e importante que queráis añadir…
N. A.: Las resistencias al feminismo islámico son múltiples: entre los tradicionalistas, los fundamentalistas y entre cierto sector laicista. El feminismo islámico es un movimiento, o mejor dicho, son diversos movimientos de futuro, que superan las categorías de Oriente y Occidente, hombres y mujeres, moderno y tradicional, y se constituyen en un instrumento privilegiado de diálogo en la era global.
M. L. R.: En el siglo XXI, el auge del feminismo islámico (o los feminismos islámicos para ser más exacta), es una gran noticia que hay que divulgar y visibilizar. La igualdad de género es un valor absolutamente irrenunciable en todas las sociedades, por eso, como ciudadanía musulmana tenemos la obligación de luchar por la justicia de género.
L. G.: Muchas gracias por vuestras aportaciones.
Natalia Andujar Chevrollier es profesora y responsable del Área de Formación de Junta Islámica. Forma parte del panel de expertos de la UNAOC (United Nations Alliance of Civilizations). Es miembro activo de las Redes Internacionales WISE (Women's Islamic Initiative in Spirituality and Equality) y Muslim Leaders of Tomorrow. Miembro fundadora de la Red de Mujeres Musulmanas de España.
M. Laure Rodríguez Quiroga es directora de la Consultora Social e Intercultural “Torre de Babel”, investigadora y docente del Instituto de Estudios Euromediterráneos- UCM, presidenta de UMME (Unión de Mujeres Musulmanas de España); redactora en el periódico digital Islamico.org, articulista en Webislam.com y Cambio16. Miembro fundadora de la Red de Mujeres Musulmanas de España.
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